Asturias Las Comisiones Obreras



París, junio-julio 1965
Jordi Blanc [Manuel Castells] Asturias: minas, huelgas y comisiones obreras (Transcripción de una charla de café)

Es un joven minero. Hablamos de Asturias, de la mina, de las huelgas.
En Pumarabule hubo huelga hace poco. En la segunda semana de abril. {1. Bien entendido, se trata de abril de 1965.} A un picador le trasladaron de puesto. Le tocó una capa dura. Hasta entonces, trabajaba en una blanda. Le pagan lo mismo. Es decir, menos: por el mismo trabajo extrae menos carbón y cobra menos prima. Protesta. Despedido. Al día siguiente, todo el pozo va a la huelga. Se pide la reintegración del compañero. El gobernador y el delegado provincial de Sindicatos intervienen rápidamente. El obrero es readmitido. La huelga sólo ha durado dos días. Mateu de Ros, el gobernador-gángster, puede respirar aliviado.
—En Asturias, cualquier protesta puede ser «la chispa». Y Asturias puede ser «la chispa de España»...
Esta vez no lo fue. Todavía no.
—En el 62, las huelgas fueron económicas. Pero ya desde agosto de ese año, en el Turón se hizo una huelga por motivos políticos: petición de sindicatos independientes. Desterraron a casi todos los dirigentes. En 1963, Turón no fue a la huelga. [71]
—¿Y los desterrados? ¿Han vuelto?
—Todos. En el verano del 62, fue esa una de las principales reivindicaciones de la huelga. Hubo sitios en que no entraron al trabajo hasta ver a todos los desterrados en su casa.
—¿ Se han ganado las huelgas ?
—Se han conseguido muchas cosas. No te diré que si en el 62 ganabas 30 ahora ganes 100, pero 50 sí que los ganas. Primas de tonelaje, tanto al metro de «avance», problema de los silicosos. En La Camocha, uno del exterior gana sus 4000 pesetas al mes. Y un picador de fondo se saca bien las 12000. Por 7 horas de trabajo al día más 2 de camino al puesto (ahora se pide que estas 2 horas se paguen también). Claro que para esto los de La Camocha tuvieron que ir a la huelga 4 meses seguidos el año pasado.
—¿Y cómo aguantan la huelga económicamente?
—Las comisiones obreras hacen colectas. Ahora está más organizado. Hace un tiempo se hacían campañas en momentos de apuro. El arcipreste de Mieres, de la JOC, lanzó «la campaña del pan»: comida, ropa y dinero para los huelguistas y los despedidos.
Ahora todo está centralizado por la Comisión Provincial Obrera Unitaria. Obreros de todas las tendencias, elegidos por sus compañeros de la minas y fábricas. Al margen –¡cómo no!– de los Sindicatos oficiales. La Comisión cuenta con la confianza de toda la red de comisiones obreras de cada mina, de cada empresa.
A mí me parece muy importante el fenómeno de las comisiones obreras. Cristalizan una organización, dirigen la lucha, prefiguran la autonomía de la acción de los trabajadores españoles a escala nacional. Sí, muy importante. Se lo digo.
Pero no es nuevo. En el 62 había más de 50 comisiones obreras en el momento de las huelgas. De ahí salieron los desterrados, los presos...
De todas formas, a partir de entonces, y en relación con el ritmo de la lucha, las Comisiones obreras se han multiplicado; su prestigio ha ido en aumento, sus huecos han sido cubiertos. Según se dice, la Comisión Provincial tiene un presupuesto de 200.000 pesetas al mes. De ello viven los huelguistas durante la huelga, los despedidos durante todo el año. (No hay subsidio de paro oficial para los «agitadores»...) Unas 4000 pesetas al mes por matrimonio, más un tanto por hijo; 3000 pesetas al mes a los solteros. Desde luego, la Comisión Provincial es más generosa que el Sindicato... El asegurar esa base material de la acción de los mineros es hoy por hoy su principal labor.
—Yo la llamo el «Fondo común» –me dice.
La Comisión organiza una colecta mensual el día del cobro. Existe desde [72] septiembre de 1964 en forma regular. Todos sus miembros (de 5 a 7 según los casos) son conocidos de todo el mundo.
—¿No les detienen?
—iClaro que sí! Continuamente. Pero siempre los sueltan. En cuanto la gente empieza a enfadarse...
La Comisión es una emanación de los mineros, de las comisiones de empresa. Sus hombres, cualquiera que sea su valía, son lo de menos. Lo importante es su existencia. Y su respaldo. A principios de marzo, detuvieron a todos los miembros de la Comisión. A todos menos al católico que no estaba en su casa. Un exseminarista, minero, líder de la JOC. En cuanto se enteró se presentó a la Comisaría de Mieres a que lo detuvieran también. La noticia del encarcelamiento de la Comisión corrió por toda la cuenca. Los hechos son conocidos. El 12 de marzo, todos los obreros se concentraron en Mieres. Más de 10.000. En las calles adyacentes, había cientos de policías. Pero ¡habían detenido a la Comisión! «¡¡A por los presos!!». Una batalla sin pólvora. Pero con sangre. Con palos, a puñetazos, a empujones, resistiendo las cargas desesperadas de los grises, los mineros entraron en la Comisaría, destrozaron el mobiliario, subieron al primer piso, echaron a los policías y rescataron a sus presos.
—No, la Comisión Provincial no es legal, pero como si lo fuera.
Ahora son otros 51 presos los que esperan en la cárcel de Oviedo, a ver qué decide el gobernador. Gajes de la manifestación. Pero lo esencial estaba a salvo.
Pocos días después, fue en Sama. Los grupos empezaban a formarse pero la manifestación no cuajaba. Constantina Pérez, «Tina», sube a la Casa Sindical, se asoma al balcón y empieza a hablar. Un auténtico mitin. La volvieron a detener. Su marido, minero, está en la cárcel desde 1962. Su hija Blanca, de 17 años, se encuentra en la misma situación.
—¿Mucha represión?
—Sí, Claro. Pero el minero está acostumbrado. El minero sabe cuándo entra a trabajar, pero nunca cuándo saldrá de la galería, o si saldrá...
En Asturias, la Brigada Social no es lo más temido. Lo peor son los pistoleros falangistas de Mateu de Ros. Hay aquí algunos casos:
En marzo de 1964, los obreros de la fábrica metalúrgica Moreda, de Gijón, están en huelga. Han hecho dos manifestaciones. En una reunión, se discuten las proposiciones de la empresa. José Manuel Laviada pone en guardia a sus compañeros contra los manejos de la patronal. En la noche del 31 de marzo al 1 de abril, José Manuel Laviada es encontrado deshecho, a causa de una paliza, en el portal de su casa, calle Fernández Villamil 5, Gijón. Conducido al hospital, fallece poco después. Se le entierra en secreto.
Pocos días después, otro minero aparece muerto a palos en La Camocha. Más tarde, un chigre es asaltado por dos individuos que, pistola en mano, [73] lo destrozan. En fin, un minero de La Camocha, llamado Celso, es raptado en un coche en el momento en que paseaba con su mujer. Lo llevan a las afueras. Lo desnudan. «iTe vamos a matar!» Paliza. «Anda, camina, que te terminamos...» Celso camina, espera, se vuelve: el coche ha desaparecido.
—Esos son comunistas –le dijo la policía. –Para que os deis cuenta.
El jefe de la policía de Oviedo protestó contra la intromisión del gobernador en «sus asuntos». Actualmente, desempeña un cargo en Tenerife.
—¿No han parado?
—Ah sí, ahora sí, desde septiembre. Claro, que desde septiembre no ha vuelto a haber una huelga importante en Asturias...
Las minas de Asturias, ¿poco rentables? Reconversión, nacionalización.
—¿Qué piensan los mineros?
—«Fábrica de Mieres», «Duro Felguera», «Hullera Española» y «Turón» van a concentrar todo. Las empresas pequeñas cerrarán. Ya están seleccionando a los mejores mineros.
El resto, al paro.
— O a la emigración.
—Por ahora no les dejan. Si te vas, pierdes todos tus derechos. Y no dan casi pasaportes a los mineros.
—¿No intentáis nada contra estos planes hechos a espaldas vuestras?
—Allí no vemos sólo el problema de Asturias, vemos también el de España. Asturias es la vanguardia. Hay que luchar para permitir a los más retrasados que se nos unan.
—¿Y los emigrantes de otras regiones? ¿Se plantean problemas con ellos?
—La policía intentó separarnos. Pero en las minas no pudieron. Muchos andaluces están al frente de comisiones obreras. En cambio, en la «Ensidesa» de Avilés, la empresa ha conseguido ilusionar a muchos de ellos. Viven aparte, en casas de la empresa, en tiendas de la empresa, en chigres de la empresa.
—¿Las organizaciones...?
—Los católicos, los comunistas... Los socialistas no son muchos. De Toulouse les enviaron sólo una consigna: «Sobre todo, nada con el comunismo».
—Pero, ¿las comisiones obreras...?
—Ahí están todos. Hay unidad. Y son las comisiones lo que cuenta.
—...Hay que tener en cuenta que la huelga no es difícil de hacer. Lo difícil es guiarla, para que vaya a algún lado.
—¿Y la Oposición Sindical?
—Son las comisiones obreras. Desde el momento en que vas contra el Sindicato, contra la empresa, haces oposición sindical.
—Entonces, ¿la Oposición Sindical, más que una organización, es una acción, la acción de las comisiones obreras en las que participan todas las organizaciones?
—Sí, eso. Y en las comisiones están todos. Todos los que de verdad están con el obrero. Porque los obreros no somos idiotas...
-¿Qué es ahora lo más importante?
—El problema de España. Hay que luchar todos juntos. Escala móvil de salarios. Derecho de huelga. Sindicato independiente.
—¿La revolución? ¿El socialismo?
—El obrero parte de las reivindicaciones más inmediatas. En Asturias, económicamente se ha ganado mucho, aunque la subida de precios siempre empuja a tener que pedir más. Pero precisamente los que más ganan son los más combativos. Y estos ven la importancia de la libertad sindical. La lucha ahora es más política. Se pide, ante todo, un sindicato. Y el final de la dictadura.
Piensa. Añade
—Inconscientemente, el obrero también quiere el socialismo.
Así sea.
Jordi Blanc, mayo 1965